Anna Karenina de León Tolstoi
—Mire —dijo Levin, y escribió las siguientes iniciales: «c, m, r: e, i, q, d, n, o, s, e», que significaban: «Cuando me respondió: es imposible, ¿quería decir nunca o sólo entonces?».
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Anna Karenina de León Tolstoi
—Mire —dijo Levin, y escribió las siguientes iniciales: «c, m, r: e, i, q, d, n, o, s, e», que significaban: «Cuando me respondió: es imposible, ¿quería decir nunca o sólo entonces?».
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Anna Karenina de León Tolstoi
«No —se dijo Levin—, por bella y sencilla que sea esa vida de trabajo, jamás podré adoptarla. La amo a ella».
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Anna Karenina de León Tolstoi
Sin renunciar a todo lo que había aprendido, reconoció que se había engañado al pensar que podría llegar a convertirse en la persona que le habría gustado ser. Era como si hubiera despertado de un sueño.
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Anna Karenina de León Tolstoi
—Usted no me ha prometido nada. Supongamos que yo tampoco le haya pedido nada —decía—, pero usted sabe que no es amistad lo que necesito. Toda la felicidad de mi vida depende de esa palabra que tan poco le gusta a usted… Sí, del amor…
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Anna Karenina de León Tolstoi
(...) no es más que un tonto. Que quede entre nosotros… ¿No es cierto que eso lo aclara todo? Antes, cuando me creía obligada a considerarlo inteligente, llegaba a la conclusión de que la tonta era yo, porque no veía su inteligencia por ningún lado. Pero, en cuanto dije, en voz baja naturalmente: «Es tonto», todo quedó claro. ¿No es verdad?
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Anna Karenina de León Tolstoi
—No olvidaré nunca, porque no está en mi poder, ni una sola palabra suya, ni un solo gesto suyo.
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Anna Karenina de León Tolstoi
No sabe usted lo que daría por poder seguir albergando dudas. Cuando dudaba, mi situación era penosa, pero no tanto como ahora. Cuando dudaba, aún me quedaba alguna esperanza; ahora ya no me queda ninguna, y, sin embargo, sigo dudando de todo. Sí, de todo.
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Anna Karenina de León Tolstoi
Ese brillo resplandecía en sus ojos fascinantes, verdaderamente enigmáticos. La mirada cansada y a la vez apasionada de esos ojos, rodeados de un cerco oscuro, sorprendían por su sinceridad incuestionable. Cualquiera que se asomaba a esos ojos se figuraba conocerla por entero, y ya no podía dejar de amarla.
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Anna Karenina de León Tolstoi
La hipocresía puede engañar al hombre más inteligente y perspicaz, pero hasta el niño más torpe la reconoce, por más empeño que se ponga en ocultarla, y se aparta con repugnancia.
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Anna Karenina de León Tolstoi
—En mi opinión ninguna actividad puede tener efectos duraderos si no se basa en el interés personal. Es una verdad general, filosófica —prosiguió, repitiendo con determinación la palabra «filosófica», como si quisiera demostrar que tenía tanto derecho como cualquier otro a hablar de esa cuestión.
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Anna Karenina de León Tolstoi
Quería decirle que esto debe terminar. No he tenido que ruborizarme nunca delante de nadie, pero usted me hace sentirme culpable de algo.
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Anna Karenina de León Tolstoi
Consideraba una cosa estúpida, y hasta ridícula, la enfermedad que padecía y los tratamientos que le imponían. ¿No era como tratar de reconstruir un jarrón reuniendo los pedazos rotos? Tenía el corazón destrozado. ¿Cómo iban a curarla con píldoras y polvos?
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Anna Karenina de León Tolstoi
Aún me acuerdo de esa bruma azulada, parecida a la de las montañas de Suiza, que recubre todas las cosas en esa época dichosa en que se está a punto de salir de la infancia, cuando ese círculo, enorme, despreocupado y feliz, se va convirtiendo en un camino cada vez más estrecho, en un desfiladero en el que entramos con una mezcla de angustia y alegría, a pesar de que nos parece fascinante y luminoso… ¿Quién no ha pasado por eso?
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Anna Karenina de León Tolstoi
Le bastó ver el brillo involuntario de esos ojos para entender, con tanta seguridad como si se lo hubiera dicho ella misma, que Kitty amaba a ese hombre.
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Anna Karenina de León Tolstoi
Todas las familias felices se parecen; las desdichadas lo son cada una a su modo.
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Anna Karenina de León Tolstoi
A menudo pienso que los grandes conversadores del siglo pasado encontrarían difícil en nuestros días hacer comentarios ingeniosos. En los tiempos que corren todo lo ingenioso nos aburre...
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Anna Karenina de León Tolstoi
—El amor… —repitió Anna con voz lenta, como dirigiéndose a sí misma, (...) —: Si no me gusta esa palabra es porque significa demasiado para mí, mucho más de lo que usted pueda imaginar. —Y le miró de frente—. ¡Adiós!
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Anna Karenina de León Tolstoi
—Nunca seremos amigos, lo sabe usted de sobra. Seremos las personas más felices o las más desdichadas. De usted depende. —Anna quiso decir algo, pero él la interrumpió—. Sólo le pido una cosa: que me permita concebir esperanzas y seguir sufriendo como ahora. Y, en caso de que eso no sea posible, ordéneme que desaparezca y desapareceré. No volverá a verme, si mi presencia le resulta tan molesta.
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Anna Karenina de León Tolstoi
No recordaba ni sus palabras ni las de él, pero se daba cuenta de que esa breve conversación los había unido muchísimo, y ese sentimiento la asustaba y al mismo tiempo la hacía feliz.
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Anna Karenina de León Tolstoi
Es terrible que nosotros, ya nada jóvenes, con un pasado a nuestras espaldas… no de amor, sino de pecado… nos acerquemos de pronto a una criatura pura e inocente. Me parece algo repugnante y no puedo dejar de sentirme indigno.
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Gregorio Samsa es un ...