El país de los otros de Leila Slimani
Estaba tranquila y serena puesto que se había resignado a aceptar su destino, acomodarse a él y rentabilizarlo de algún modo. Mientras entraba en la casa, cruzaba el salón inundado por el sol de invierno y le llevaban su equipaje al dormitorio, pensó que lo más nefasto era la duda, y que elegir entrañaba dolor y torturaba el alma, pero con la decisión ya tomada, ninguna vuelta atrás era posible y se sentía fuerte. Fuerte por no ser libre.
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