Canción dulce de Leila Slimani
Siempre se negó a admitir que los niños fueran un obstáculo a su éxito, a su libertad, como un ancla que arrastra hasta el fondo, que empuja la cara del ahogado hacia el fango. Saberlo la sumió al principio en una profunda tristeza. Lo consideraba injusto, en extremo frustrante. Se había dado cuenta de que ya no podría vivir sin ese sentimiento de saberse incompleta, de hacer las cosas mal, de sacrificar una parte de su vida en beneficio de otros. Para ella, se había vuelto un drama, pues se negaba a renunciar al sueño de aquella maternidad ideal. Se obstinaba en creer que todo era posible, que cumpliría todos sus objetivos, que no se sentiría amargada ni agotada. Que no jugaría a ser una madre coraje ni una mártir.
|