El perfume de las flores de noche de Leila Slimani
Hace veinte años que me fui de mi país. A veces, me pregunta qué pienso de ese exilio, pero rechazo esta palabra. No soy una exiliada. Nadie me obligó, no me vi empujada por las circunstancias. He encontrado en París lo que vine a buscar: la libertad de vivir como yo quería, sentarme durante horas en la terraza de un café y tomarme una copa de vino, leer y fumar. Soy una inmigrada. Una meteca, en el sentido etimológico del término, puesto que he cambiado de residencia, abandoné mi ciudad por otra.
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