El perfume de las flores de noche de Leila Slimani
Si me volviera ermitaña, vería cosas que la vida mundana impide ver, oiría ruidos que la cotidianidad y la voz de los demás acaban siempre cubriendo. Cuando se vive en el mundo, me parece que nuestros secretos se airean, nuestros tesoros interiores se debilitan, estropeamos algo que si lo hubiéramos mantenido en secreto habría sido materia de una novela. El exterior actúa sobre nuestros pensamientos al igual que el aire sobre los frescos que Fellini filmó en Roma y que se borran a la vez que reciben la luz. Como si el exceso de atención, de luminosidad, lejos de preservar, provocara la destrucción de nuestra noche interior.
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