Sombra y hueso de Leigh Bardugo
Por un momento, vi las caras de la multitud, con las bocas abiertas por la impresión mientras la tienda se llenaba de la brillante luz del sol y el aire se ondulaba debido al calor. Entonces el Oscuro me soltó, y con su tacto se fue esa peculiar sensación de seguridad que me había poseído. La radiante luz desapareció, y en su lugar regresó la habitual iluminación de las velas, pero todavía podía sentir el cálido e inexplicable brillo del sol en mi piel.
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