Laura Restrepo
Todo era una atrocidad, empezando por el propio nombre, desaparecidos. En vez de secuestrados, o torturados, o asesinados, los bautizaron desaparecidos , como si por sí solos se hubieran esfumado, por culpa de nadie, o quizá por culpa de ellos mismos, de su propia naturaleza volátil. La dictadura primero desaparecía a la gente y después negaba que hubiera desaparecidos, y así desaparecía hasta a los desaparecidos. Como un brutal truco de magia.
|