Olimpia de Laura Mas
Aquella humilde puerta de madera que tenía frente a mi y que a penas podía distinguir entre la oscuridad de la noche abría mi corazón y a la vez lo desgarraba. Era plenamente consciente de ello, pero una atracción cada vez mayor se apoderaba de mí, como un marinero hechizado ante el canto de una sirena.
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