El destino de Elisabeth de
Laura Frantz
—¿Qué va a ser de nosotros ahora, señora? Somos… —La vio fruncir el ceño pensativa; un gesto que solía hacer siempre que intentaba encontrar la palabra adecuada—. ¡Mendigas!
—¿Mendigas? No. —Elisabeth tomó la tetera que olía a jengibre—. Los mendigos no duermen en una habitación tan bonita como esta, ni tienen la suerte de encontrar a un anfitrión tan bondadoso como el nuestro. —Sirvió el té con mano firme—. No sé qué va a ser de nosotras más allá del aquí y el ahora, y por supuesto que no podemos aprovecharnos de la hospitalidad de Ty Mawr por mucho tiempo. Pero nunca seremos mendigas.