El soñador desconocido de Laini Taylor
Sólo cuídate. Tal vez los libros sean inmortales, pero nosotros no. Una mañana bajas a las estanterías y, para cuando vuelves a subir, tienes la barba hasta el ombligo y jamás le has escrito un poema a la muchacha que conociste patinando sobre hielo en el Eder.
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