Nosotros después de las doce de Laia Soler
—¿Así cómo? —Desapegada. Esperaba que fuera una palabra con regusto dulce la que siguiera mi pregunta, pero no puedo decir que la que ha usado me sorprenda. Es una de las favoritas de mi madre para describirme. —No eres el primero en decírmelo. Aprieto los labios para retener todo lo que estoy pensando. Que a veces me gustaría no ser así, que nada me haría más feliz que ser como Erin y repartir besos y abrazos como si tuviera excedentes en el almacén. Que ojalá fuera un poco más como todo el mundo y menos como yo, porque quizá así podría dejar de oír palabras como la que acababa de usar para describirme. |