Tú y yo después del invierno de Laia Soler
Erin no aprendió a ser la mejor, pero aprendió algo muchísimo más importante: la alegría de hacer algo solo por placer. Aprendió a no competir, a no esforzarse por encima de sus posibilidades y a sentirse bien en la zona gris que llaman mediocridad...Había descubierto el arte por el arte
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