Kurt Busiek

Cuando ya caía la tarde, Conan de Cimmeria y sus dos compañeros cruzaron la frontera de Corinthia. El viento llevaba hasta ellos el olor de la comida y el fuego del hogar. En el horizonte se extendía una gran ciudad y sus antorchas y ventanas brillaban temblorosas contra la descendente oscuridad del cielo. Se había girado una página... y empezaba un nuevo capítulo.

Pese a conocer poco de la civilización y lo indómito de su naturaleza, Conan el Cimmerio se adentró en las tierras hibóreas del Sur a través de Britunia. Sin embargo, transcurrió mucho tiempo antes de que hallase el camino a las grandes ciudades nemedias, donde abrazó la ruda vida de ladrón.

Con ramas desnudas traqueteando al viento solitario y los bosques oscuros cerniéndose por todos lados. Iluminada muy débilmente por un sol escaso que proporcionaba una sombra muy corta a los hombres. La llamaban Cimmeria. Cimmeria, la tierra de la oscuridad y de la noche profunda.

Envalentonado después de su inesperado triunfo sobre el nigromante Yara, el joven Conan se convirtió en el más audaz y atrevido ladrón de Zamora. Más audaz, sí, pero no más sabio...