Los cuatro vientos de Kristin Hannah
"Al despertar veían las siluetas de sus cuerpos dibujadas con polvo en las sábanas. Se ponían vaselina en la nariz y se protegían la cara con pañuelos. Los adultos salían a las fauces del monstruo cuando no tenían más remedio y usaban la cuerda tendida entre la casa y el granero para desplazarse, colocando una mano detrás de otra, cegados por el polvo. Las gallinas estaban aterrorizadas y respiraban tierra sin parar y los niños permanecían dentro de la casa con máscaras antigás."
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