Demasiado bueno para ser verdad de Kristan Higgins
Pero, si Andrew me había roto el corazón, me imaginaba lo que podía hacerme Callahan O’Shea. Aplastarlo hasta que solo quedaran los añicos. Para alguien como yo, la profesora de Historia que bailaba con gente de la tercera edad, adoraba las películas sobre la Guerra de Secesión y las recreaciones, estar con alguien como él, aquel hombre vital y vagamente peligroso que irradiaba atractivo sexual… tenía que ser mala idea. Un desastre inevitable.
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