El secreto del pasado de Kousbroek Rudy
También de manera más general, la imaginación no basta para vislumbrar todo lo padecido por los animales con el correr del tiempo. Recuerdo la turbación de mi madre cuando salió a relucir el tema de los “caballos mineros”. En su juventud, a comienzos del siglo pasado –llegó a cumplir casi cien años- aún se usaba la tracción a caballo como único medio de transporte; todavía le oigo decir: “Esos pobres caballos mineros, que nunca más verán la luz del día”. En efecto, esos caballos permanecían en la mina hasta que morían. Diez mil esqueletos de caballos olvidados yacen en los pozos de minas abandonadas a la espera del Juicio Final. Encima, la espera será vana, porque la resurrección, según nos enseña la amorosa religión, está reservada a los humanos. Por más que los animales a lo largo de la historia hayan realizado los sacrificios más desgarradores, jamás recibirán por ello ninguna recompensa de parte de esa humanidad resucitada, ni de su Dios. Pág. 152 |