La elegida de Kiera Cass
En esos segundos, lloraba todas mis pérdidas. El no llegar a verte nunca recorriendo el pasillo hacia el altar, el no ver tu rostro reflejado en nuestros hijos, el no ver los primeros mechones plateados en tu cabello. Pero, al mismo tiempo, no me importaba. Si muriendo conseguía que tu siguieras viva.
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