Silber. El primer libro de los sueños de Kerstin Gier
Cuando Hamlet dijo "hay más cosas en el cielo y en la tierra que todas las que se puedan soñar", tuve que asentir vehementemente. Qué cierto, qué cierto.
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Silber. El primer libro de los sueños de Kerstin Gier
Cuando Hamlet dijo "hay más cosas en el cielo y en la tierra que todas las que se puedan soñar", tuve que asentir vehementemente. Qué cierto, qué cierto.
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Zafiro de Kerstin Gier
—Ese beso… En realidad… De nuevo dejó la frase a medias. Pero yo la completé de inmediato en mi mente. “… no era mi intención.” Ah, perfecto, entonces, sencillamente no debería haberlo hecho,¿no? Eso era como prender fuego a una cortina y sorprenderse luego de que toda la casa estuviera ardiendo. (Vale, sí, una comparación estúpida.) Yo no pensaba facilitarle ni un poquito las cosas, así que le miré fríamente, manteniéndome a la expectativa. Quiero decir que traté de mirarle fríamente y mantenerme a la expectativa, aunque en realidad supongo que puse cara de “soy el pequeño Bambi; por favor, no me dispares”; no podía hacer nada para evitarlo. Solo faltaba que me empezase a temblar el labio inferior. “No era mi intención.” ¡Vamos, dilo! Pero Gideon no dijo nada en absoluto. Tiró de un horquilla hundida entre mi cabello revuelto (seguramente, a esas alturas parecería que unos pajaritos hubieran anidado en mi complicado peinado), cogió un mechón y lo enrolló en torno a su dedo, mientras con la otra mano empezaba a acariciarme la cara. Luego se inclinó hacia mí y me besó de nuevo, esta vez con mucha delicadeza. + Leer más |
Rubí de Kerstin Gier
—Oye, Gwendolyn, lo siento. —De repente se acercó a mí, me cogió de los hombros y me atrajo hacia él—. Soy un idiota, he olvidado lo que esto debe de representar para ti —me murmuró al oído—. Y eso que todavía puedo recordar lo extraño que me sentí cuando salté por primera vez, a pesar de las muchas horas de esgrima, por no hablar de las clases de violín… Me pasó la mano por los cabellos, y yo me puse a sollozar aún más fuerte. —No llores más —dijo él sin saber qué hacer—. Todo irá bien. |
El castillo en la nubes de Kerstin Gier
-Ya que te interesa tanto... En el armario hablaba por teléfono con mis superiores. Trabajo para el F.B.I como agente infiltrado. Pertenezco al Departamento de Delitos Hoteleros en el Extranjero. Pedro esto es top secret ¿eh?
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Silber. El primer libro de los sueños de Kerstin Gier
-Liv, déjalo-susuró Mia,- ¡pareces una babosa enamorada! Me estremecí. -¿Tan mal? Es horrible.- Y entonces dije algo de lo que me arrepentiría mucho a lo largo de los días-: Si hoy vuelvo a tener el mismo aspecto, debes darme una patada o lanzarme algo inmediatamente, ¿me lo prometes? --Será un placer-dijo Mia, y como ella siempre cumple sus promesas, tres horas después yo tenía la zona de las costillas llena de morados,además de ser la diana de varios proyectiles consecutivos: varias castañas, una funda de lamparilla y un muffin de frambuesa. |
Rubí de Kerstin Gier
—Podría haber alguien detrás de la cortina espiándonos… La frase acabó en una exclamación de sorpresa, tras la cual se hizo el silencio. ¿Qué ha pasado? Sin reflexionar, aparté la cortina a un lado. La chica que era igual que yo había apretado sus labios contra los del joven. Primero él se limitó a dejarse hacer, pero luego le rodeó la cintura con el brazo y la estrechó contra su cuerpo. La chica cerró los ojos. De pronto sentí mariposas en el estómago. |
Rubí de Kerstin Gier
Tomó una horquilla de mi pelo desordenado (por ahora mi complicada disposición de rizos debe haber parecido como si un par de pájaros habían anidado allí); él tomó una hebra de ella y se enrolla alrededor de su dedo. Con la otra mano comenzó a acariciar mi rostro, y luego se inclinó y me besó de nuevo, esta vez con mucha cautela. Cerré los ojos - y lo mismo sucedió que antes:. Mi cerebro sufrió ese delicioso ruptura en la transmisión.
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Zafiro de Kerstin Gier
En mi interior vi al león aproximándose al corazón de rubí junto al abismo y barriéndolo de un zarpazo. Cayó a cámara lenta, golpeó contra el suelo y se partió en mil minúsculas gotitas de sangre. (…) Me estaba muriendo. Podía sentirlo claramente. Ahí donde había estado mi corazón, se extendía un frío helado. Un frío que se propagaba deprisa por mi estómago, mis piernas, mis pies, mis brazos, mis manos, hasta llegar a mi cabeza. |
Esmeralda de Kerstin Gier
“No podríamos seguir siendo amigos?”: esa frase era realmente lo último. —Seguro que muere un hada cada vez que en algún lugar del mundo se formula esa pregunta —dije. Me había encerrado en el lavabo con el móvil y hacía grandes esfuerzos para no ponerme a gritar, porque —media hora después de mi conversación con Gideon— seguía con ganas de hacerlo. |
Rubí de Kerstin Gier
No tengan miedo, los seudocientíficos obsesionados con el esoterismo y los fanáticos manipuladores de secretos no muerden
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Gregorio Samsa es un ...