Un misterio de altos vuelos de Kerry Greenwood
Phryne sonrió de nuevo y subió al Moth. Era un biplano robusto, perfecto para principiantes. Podía aterrizar y despegar en un pañuelo y tenía una velocidad de entrada en pérdida de sesenta y cinco kilómetros por hora. Phryne se colocó el casco, mientras respiraba el aroma vigorizante del combustible y la grasa de aviación.
|