Una oscura obsesión de Kenneth Oppel
El ver a mi hermano tan enfermo despertó en mi sentimientos de tal intensidad que casi quedé abrumado. ¿Y si no se recuperaba? ¿Y si fuera a perderle? Mirarle era como contemplarme a mi mismo, ver mi propio cuerpo atormentado por la fiebre y el dolor. Y, lo que es más extraño, sentí rabia. ¿Cómo había permitido Konrad que esto sucediera? ¿Cómo alguien tan sano, y tan listo y prudente, podía ponerse enfermo? Me avergoncé de tener aquellos pensamientos. Y me avergoncé de no poder hacer nada para ayudarle. |