Los restos del día de Kazuo Ishiguro
Éramos una generación de idealistas a quienes nos importaba no solo el correcto ejercicio de nuestra profesión, sino con qué fin la ejercíamos, y todos alimentábamos el deseo de aportar nuestro granito de arena a la creación de un mundo mejor; resulta obvio que, como profesionales, el medio más seguro de conseguirlo era servir a los grandes caballeros de nuestra época, en cuyas manos estaba el futuro de la civilización.
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