Me casé con el duque de Katharine Ashe
-No sé qué cruel giro del destino te ha traído hasta a mí, duquesa-le dijo con aspereza-. Pero ahora preferiría pasar un momento de locura contigo antes que la promesa de una vida entera de cordura.
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Me casé con el duque de Katharine Ashe
-No sé qué cruel giro del destino te ha traído hasta a mí, duquesa-le dijo con aspereza-. Pero ahora preferiría pasar un momento de locura contigo antes que la promesa de una vida entera de cordura.
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Me enamoré de un Lord de Katharine Ashe
—¿Y a qué te dedicas? —Entonces la observó con un interés especial y ella sintió un pequeño torbellino de excitación—. ¿Eres su amante? Por lo visto no sabía tanto sobre sir Beverley a fin de cuentas. —Me dedico a cuidar de sus perros y sus pájaros exóticos. El tipo dejó de fruncir el ceño de golpe. Y apareció un pliegue en sus descuidadas mejillas. El corazón de Ravenna dio un brinco. —Cuidas de sus… —Perros y de sus pájaros exóticos. Doce perros. Dos pájaros. Y un cerdo. |
Me enamoré de un Lord de Katharine Ashe
—He besado a una chica. Silencio. —¿Padre? —Vitor, vas a acabar en un manicomio. —O en el infierno. —Se pasó la mano por el pelo y se volvió hacia el sacerdote. El anciano francés lo miraba con paciente tolerancia. Vitor negó con la cabeza—. No tendría que haberlo hecho, Denis. —Puede que te estés tomando tus votos monásticos demasiado en serio, mon fils, en especial teniendo en cuenta que los abandonaste hace seis meses. —Alzó sus cejas peludas—. O eso me dijiste entonces. (…) —No es por los votos. —Volvió la cabeza hacia el altar desnudo hecho con piedras de granito extraídas de aquella misma montaña—. No era exactamente una chica. El sacerdote se atragantó. —Puede que ya sea hora de que hablemos sobre es monasterio. Vitor lo miró con el ceño fruncido. —Oh, cielo santo, Denis. Era hembra. |
¿De qué nacionalidad es Edgar Allan Poe?