Cortejo en la catedral de Kate Douglas Wiggin
No sé cómo abordar a la tía Celia. Es aterradora. Por un curioso infortunio en sus facciones, del cual no es en absoluto responsable, siempre luce una expresión tan desafortunada que tal parece que estuviese percibiendo un olor desagradable muy próximo a ella. Puede que tan sólo se trate de una mera peculiaridad de alta cuna.
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