Dichos de Luder de Julio Ramón Ribeyro
Como ignoramos más de lo que sabemos, [en una conversación] lo único que hacemos es canjear fragmentos de nuestra tiniebla interior.
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Calificación promedio: 5 (sobre 30 calificaciones)
/El escritor Marco García Falcón nos habla sobre su acercamiento al cuento a partir de la lectura de la obra de Julio Ramón Ribeyro. #libros #lecturas #books #literatura #lector #lectora #cuento
Dichos de Luder de Julio Ramón Ribeyro
Como ignoramos más de lo que sabemos, [en una conversación] lo único que hacemos es canjear fragmentos de nuestra tiniebla interior.
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Cuentos de Julio Ramón Ribeyro
La idea no le pareció mala y desenterrando su instrumento lo sacó de su funda y reinició los ejercicios de su niñez. A esta tarea se aplicó con un rigor que lo sorprendió. En un par de meses, a razón de cinco o seis horas diarias, alcanzó una habilísima digitación y meses después ejecutaba ya solos y sonatas con una rara virtuosidad.
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Cuentos de Julio Ramón Ribeyro
¡Cómo añoro esas mañanas que pasaba en el teatro Municipal oyendo los ensayos de la Sinfónica, en lugar de asistir a mis cursos de la Facultad de Derecho!.
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Cuentos de Julio Ramón Ribeyro
Ahora en su cabeza todo se confundía. Hacía de Colbert un ministro inglés, la joroba de Marat la colocaba sobre los hombros de Robespierre y por un artificio de su imaginación, los finos alejandrinos de Chénier iban a parar a los labios del verdugo Sansón. Aterrado por tal deslizamiento de ideas, giró los ojos locamente en busca de una pulpería. Una sed impostergable lo abrasaba.
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Cuentos de Julio Ramón Ribeyro
Aníbal, nuevamente solo, observó con atención su contorno: el suelo estaba lleno de colillas, de pedazos de empanada, de manchas de champán, de palitos de fósforos quemados, de fragmentos de una copa rota. Nada estaba en su sitio. No era solamente un sótano miserable y oscuro, sino —ahora lo notaba— una especie de celda, un lugar de expiación.
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Cuentos de Julio Ramón Ribeyro
A esta hora se ve también obreros caminando hacia el tranvía, policías bostezando contra los árboles, canillitas morados de frío, sirvientas sacando los cubos de basura. A esta hora, por último, como a una especie de misteriosa consigna, aparecen los gallinazos sin plumas.
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La tentación del fracaso de Julio Ramón Ribeyro
cuando no estoy frente a mi máquina de escribir me aburro, no sé qué hacer, la vida me parece desperdiciada, el tiempo insoportable. Que lo que haga tenga valor o no es secundario. Lo importante es que escribir es mi manera de ser, que nada reemplazará. Cuando imagino una vida afortunada, millonaria, veo siempre el lugar donde pueda seguir escribiendo. Si no fuera necesario comer, dormir, trabajar, no abandonaría este sitio, donde nada me incomoda, donde gozo el más completo albedrío, donde soy dueño del mundo, de mi mundo, sus fabulaciones, hazañas, torpezas, locuras, el mundo irreal de la creación, al lado del cual no hay nada comparable.
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La tentación del fracaso de Julio Ramón Ribeyro
Quién, Dios mío, quién comprenderá que cada palabra que he escrito he tenido que pensarla laboriosamente y la he puesto sin dejarme vencer casi nunca por la facilidad. Cuántas horas de una vida, a cuya seducción he sido tan sensible, he tenido que sacrificar por alinear una palabra tras otra, sin ninguna esperanza de recompensa ni de éxito, atento sólo al veredicto de mi propia conciencia, sin otro premio tal vez que la satisfacción de haber obrado bien. Así, escribir bien es un acto profundamente moral donde estética y ética se confunden.
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La tentación del fracaso de Julio Ramón Ribeyro
el meollo del asunto reside en que un crítico está expuesto siempre a ser contradicho o superado. La obra crítica se juzga por su coeficiente de verdad. La escala verdad-error en cambio no se aplica jamás a los creadores. Los creadores jamás se equivocan. Ellos solamente fracasan. Ser un mal creador sería para mi mucho más estimable que ser un buen crítico. El dilema sigue en pie y soy yo solamente quien debe resolverlo.
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Dichos de Luder de Julio Ramón Ribeyro
Nuestra cobardía nos ha hecho considerar el llanto como cosa de mujercitas. Cuando solo lloran los valientes: por ejemplo, los héroes de Homero
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Es un retelling de...