Poesía completa de Julio Mariscal Montes
Oración Cristo de todos los caminos: Cristo de esparto y alpargatas bárbaramente abierto al callejón de fragua del solano. Cristo con la guedeja oscura y la mirada con siglos de intemperie. Hablo contigo. Contigo, Cristo, hombre para la gleba descoyuntado y solo. Vengo a decirte, no, vengo a clamarte, vengo a llorar por Ti y por mí, por todos nosotros los de abajo, los oprimidos, carne para la fusta, espalda para el quintal de sol, mano tendida hacia una caridad que nunca llega… Hazte raíz, olvida tu sino de trigales. Por una vez, Señor, rasga la túnica y enarbola tu látigo, Dios Padre, y, a cintarazo limpio, echa del claro abrazo de tu pecho a todos los oscuros, los que gimen, los que levantan tu cadáver para redondear la envidia o el negocio. A todos esos que se apiaran bajo tu costado, que te rezan: “¡Dios mío!”, mientras les vas llenando las talegas. (De: Tierra de Secanos, 1962) |