Poesía completa de Julio Mariscal Montes
El Cantaor Flamenco SEÑOR: yo te he ofrecido lo mejor de mi cante: te evoqué, humilde, en hondas siguiriyas, te clamé en soleares y dejé en la toná mi oscuro sino al cara o cruz de lo que Tú dijeras. Yo no era nada, ni pasión, ni fuego, ni voz, ni carne, ni osamenta: Yo era sólo el fandango o la alegría. Lo demás era humo sonrisa o mueca por "seguir tirando". ¿Qué quieres que traiga en la Ultima Noche, cuando los negros, lentos bueyes tiran de un mundo que no es nada, que, tal vez, no llegó a ser nada: estiércol, o gusano sin sol, bajo la tierra? Aquí, Señor, mi voz y mi tristeza, lo despeinado y sucio junto al tercio más cabal de mi copla. Tómame ya, Señor, si es que algo queda de aquello que no fui; pero dame, Señor, sólo un instante, sólo el tiempo de un soplo en mis cenizas para llorarte la última saeta... (De El último día, 1971) |