Poesía completa de Julio Mariscal Montes
EL PUEBLO El pueblo, ya sabéis: un puñado de casas, una plaza, una fuente, una vieja rutina de misas y rosarios, y luego un horizonte cansado de olivares, eternos lutos, recuas y canciones; tres días de verbena para la Cruz de Mayo y el baile transparente del domingo. Alguna vez también se muere alguien, viene el Señor Obispo, cambia el Cabo de la Guardia Civil... En fin, las cosas. Los días van hundiendo su escalpelo en la corteza enorme del hastío, porque "Pueblo" es sudar; parir; partirse el alma sobre el yunque o el arado, sopas de ajo al despuntar el día, sopas a media tarde y a la noche, mullirse bien la carne para la bota enorme del cacique y madrugadas en que la miseria vuelve caricatura el pan y el beso. Pero también el pueblo tiene su espadaña, su romero, sus niños, sus canciones de rueda, su leyenda inefable como un claro "decir" del diecisiete... Y aquí está ya en su entraña desgarrada, su abierto corazón para la fusta; Pueblo de España, elemental, clavado, remachado entre olivos e intemperie; pueblo de largas privaciones, pueblo desamparado y sólo, Tendido a la campiña como una mano abierta implorando un poquito de compasión, un celemín siquiera de eso que llaman paz, sueños, desvelos.... (De Tierra de Secanos, 1962) |