Rayuela de Julio Cortázar
-Hacíamos el amor como dos músicos que se juntan para tocar sonatas. -Precioso, lo que decís. -Era así, el piano iba por su lado y el violín por el suyo y de eso salía la sonata, pero ya ves, en el fondo no nos encontrábamos. Me di cuenta en seguida, Horacio, pero las sonatas eran tan hermosas |