Nudos de vida de Julien Gracq
El que escribe en las paredes de los urinarios conoce la más alta seriedad a la que puede aspirar el hombre que sostiene una pluma. Las frescas inscripciones que de repente te dejan petrificado, que salpican la pared, como sangre fresca, nos enseñan lo que no nos enseñaría jamás un tratado de retórica: el valor fascinante que puede adquirir para el hombre el acto de decir. Palabras solas petrificadas, petrificantes, semejantes al grito solidificado de las momias pompeyanas. |