Julia Caso

Tenía un tatuaje en el costado, un pájaro.
—¿Qué es?
—Es un ruiseñor.
—¿Qué significa? —le pregunté curiosa desde lo lejos.
—Me siento identificada con él. Es la única ave que canta de día y de noche, pero, además, necesita estar en libertad porque cuando lo atrapas y lo quieres encerrar en una jaula, se apaga y deja de cantar. El ruiseñor canta a la vida y a la libertad.

(...) así que cogí la guitarra y empecé a componer. Dejé que las notas vinieran solas y mis labios se moviesen en sintonía, desconecté, y conseguí que las preocupaciones se deslizasen por las cuerdas a medida que mis dedos las rasgaban.

Allá donde migran las aves te estaré esperando y no importa que no vuelvas sola, pero si te pierdes, no hay primavera en el que uno no regrese a casa, entonces te encontraré.

Este pueblo tiene algo tan mágico como perturbador y nadie está libre de sus cadenas.

No te creas todo lo que quieran hacerte creer que eres.