El bosque prohibido: 2 de Judith Rossell
Pestañeó para ahuyentar las lágrimas y tragó saliva. No quería llegar con los ojos enrojecidos y, además, si se echaba a llorar, quizá no sería capaz de parar.
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El bosque prohibido: 2 de Judith Rossell
Pestañeó para ahuyentar las lágrimas y tragó saliva. No quería llegar con los ojos enrojecidos y, además, si se echaba a llorar, quizá no sería capaz de parar.
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El hechicero de Grimpen: 1 de Judith Rossell
Pero era muy difícil recordar las palabras exactas. Parecían enredarse dentro de su cabeza. Se frotó los dedos a su espalda, respiró hondo y dijo en un francés bastante aceptable. –Cómo me alegra encontrarla así de horrible, tía Deliverance. Es usted extremadamente vulgar. Permítame ofrecerle algo de alfombra. |
El hechicero de Grimpen: 1 de Judith Rossell
Recordó una página. En el mapa de Norteamérica venía un dibujo de una criatura con una nariz puntiaguda, cola rizada y muchos dientes de aspecto afilado. Tenía que ser ingeniosa. Tan ingeniosa como una zarigüeya. |
¿Qué objetousaron como traslador en el Mundial de Quidditch?