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Fin de poema de Juan Tallón
En otra época, la desolación de esta habitación de hotel le habría parecido irrespirable. Ni el hombre más solitario puede soportar una soledad tan fría. La asepsia de la cama hecha, la fealdad de la colcha, este olor foráneo y antipático, pero sobre todo el inhóspito, lejano y melancólico vacío. Aquí solo se recala cuando la vida te cerca. Es el último desplazamiento del rey en ajedrez, el movimiento del lazo con el que te ahorcas. Qué tristeza. Se pregunta si habrá imagen más tremenda que un cajón vacío, un armario vacante, una mesa ociosa, una silla muerta, una lámpara que no desprende brillo, una ventana que más allá solo deja ver una plaza derretida, un teléfono en la pared que nunca suena. Cree que no.
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