El Llano en llamas de Juan Rulfo
San Juan Luvina. Me sonaba a nombre de cielo aquel nombre. Pero aquello era el purgatorio. Un lugar moribundo donde se han muerto hasta los perros y ya no hay ni quien le ladre al silencio; pues en cuanto uno se acostumbra al vendaval que ahí sopla, no se oye sino el silencio que hay en todas las soledades.
|