El perro es ahora el señor de la casa. de Juan Pablo Rochín Sánchez
Ni las miles de lágrimas, ni mis manos trémulas, ni las prosas que hice acerca de tu muerte, ni las letras talladas en la corteza de las páginas que reinventan tu regreso, ni la mala fortuna de pensar por qué yo no y sí tú; ni tantos atardeceres, ni los perros que perdieron su aliento a la vera del parque, ni tus líneas que hoy son mudas, ni los chillidos de la cotidianidad, pueden llenar el gran vacío de tu faz, de tu cálida piel, de tu abrazo estrujante cada noche, ni siquiera mi escritura permitirá el regreso de los quizá y de los te quiero sin que reviente por dentro m plegaria.
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