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Desgarrados y excéntricos de Juan Manuel de Prada
Una vez que el pedagogo fue relevado de su cargo, y una vez que todas las criadas de la mansión habían sido desfloradas, Iván de Nogales dio por concluido su aprendizaje sedentario. A los quince años, aquel niño asqueroso y lánguido que se comía el yeso de las paredes en la creencia de que semejante dieta espesaría sus efusiones seminales, es enviado al colegio jesuita de San José, en Valladolid, donde recibiría el título de bachiller en 1903.
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