Contrato con Dios de Juan Gómez-Jurado
El viejo hizo una mueca y se sirvió el resto del licor. Fowler estudiaba atentamente su lenguaje corporal a cada frase, analizando cómo se quebraba lentamente la resolución del monstruo. Era como un pintor que, tras una docena de pinceladas, da un paso atrás para contemplar cómo la imagen comienza a aparecer en el lienzo, antes de decidir qué color aplicar a continuación.
|