Libre: La tragedia del Atlas de Juan Bolívar
La temperatura ha bajado tanto que no paro de tiritar y ni siquiera mis manos aciertan con las teclas. Me hago un ovillo para tratar de detener los temblores y mantener el calor corporal. El frío es terrible, eso es así, pero la sensación de angustia e incertidumbre es más insoportable todavía y cala más hondo.
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