En la penumbra / En el estado de
Juan Benet
No tenía nada ni a nadie -ni siquiera esa bondadosa amiga de la infancia, siempre dispuesta a acogerte unos días bajo su techo a cambio de una hipócrita amistad lastrada por la deuda- y por consiguiente como un animal de monte podía hacer un uso pleno e ilimitado de mí. Con qué frecuencia los lazos de la amistad, el parentesco y la deuda no son, bajo el disfraz del socorro, más que correas y ataharres con que tener bien sujeto a un yo que cuando sólo cuenta consigo mismo no tiene que obedecer a una dirección no conformarse con las costumbres dominantes ni regirse por otra regla que la de una voluntad de dominio ortogenéticamente derivada del instinto de supervivencia.