Dame tu corazón de Joyce Carol Oates
En aquel momento deseaba escapar a toda prisa, pasar junto a su madre dándole un empujón y correr escaleras arriba hasta su habitación, cerrar la maldita puerta y refugiarse en sus pensamientos más secretos y prohibidos, pensamientos enfermizos, pensamientos culpables, a los que ni su madre ni su padre tenían acceso. Porque hay lugares en el mundo que son como grietas secretas y recovecos en los que podemos refugiarnos, y escondernos, a donde nadie puede seguirnos.
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