Un disfraz para una dama de Josephine Lys
(…) ¡Por Dios! Esa mujer tenía que avisar antes de que la vieran. No era simplemente fea, era..., no encontraba las palabras, toda su atención se centraba en una verruga monstruosa que tenía en la comisura de los labios. Y... y esa sombra que tenía debajo de la nariz, ¿era un bigote? ¿Le habían mandado una institutriz o un estibador de los muelles de Londres?
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