Invierno de Josephine Lys
(…) espero que no tengas ninguna objeción a lo que he dicho antes, porque tú, Bruce Gordon, eres mío, tanto como yo soy tuya —continuó Eara con la voz entrecortada—. Si sangras, yo sangro; si sufres, yo sufro; y si tú mueres, yo no puedo vivir sin ti.
|