Montañeros, un engaño salvaje de José de la Rosa
—Tengo la sensación de que antes de conocerte estaba dormida, de que eres tú quien me has despertado. Él se pasó la mano por el negro cabello. No estaba acostumbrado a hablar así con una mujer. —Y yo tengo la sensación de que antes de que te viera por primera vez —le brillaron los ojos—, subiendo la calle central de Great Peak con aspecto de estar perdida, nada había merecido la pena. |