El lugar sin limites de José Donoso
Tener una pieza mía, mía para siempre, con monas cortadas en las revistas, pegadas en la pared, pero no: de una casa a otra, siempre, desde que lo echaron de la escuela cuando lo pillaron con otro chiquillo y no se atervió a llegar a su casa porque su papá andaba con un rebenque enorme, con el que llegaba a sacarle sangre a los caballos cuando los azotaba, y entonces se fue a la casa de una señora que le enseñó a bailar español. Y después ella lo echó, siempre de casa en casa, sin un cinco en el bolsillo, sin tener dónde esconderse a descansar...
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