El chulla Romero y Flores de Jorge Icaza
En esa noche él era un ladrón. Un ladrón perseguido. Un ladrón cuyo destino era correr. ¿Hacia dónde? ¿Qué importa eso? Tampoco se sabe hacia dónde va la vida y, sin embargo, la humanidad sigue…
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El chulla Romero y Flores de Jorge Icaza
En esa noche él era un ladrón. Un ladrón perseguido. Un ladrón cuyo destino era correr. ¿Hacia dónde? ¿Qué importa eso? Tampoco se sabe hacia dónde va la vida y, sin embargo, la humanidad sigue…
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Huasipungo de Jorge Icaza
Por el valle y por la aldea el hambre - solapada e inclemente - flagelaba a las gentes de las cosas, de las chozas y de los huasipungos. No era el hambre de los rebeldes que se dejan morir. Era el hambre de los esclavos que se dejan matar saboreando la amargura de la impotencia. No era el hambre de los desocupados. Era el hambre que maldice el trabajo agotador. No era el hambre con buenas perspectivas futuras del avaro. Era el hambre generosa para engordar las trojes de la sierra. Sí. Hambre que rasgaba obstinadamente un aire como de queja y llanto en los costillares de los niños y de los perros. Hambre que trataba de curarse con el hurto, con la mendicidad y la prostitución. Hambre que exhibía a diario grandes y pequeños cuadros de sórdidos colores y rostros de palidez biliosa, criminal. Hambre en las tripas, en el estómago, en el corazón, en la garganta, en la saliva, en los dientes, en la lengua, en los labios, en los ojos, en los dedos.
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El chulla Romero y Flores de Jorge Icaza
Ante la indiferencia aparente de esa hora turbia, la altanería del borracho se desequilibró en un zigzag de ruegos por un lado, de maldiciones por otro, que puso al descubierto una llaga incurable en él.
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El chulla Romero y Flores de Jorge Icaza
He sido un tonto, un cobarde. ¡Sí! Les desprecié, me repugnaban, me sentían entre ellos como una aldición. Hoy me siento de ellos como una esperanza, como algo propio que vuelve
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Son considerados los padres de la filosofía occidental: