El sueño de la historia de Jorge Edwards
Me despedí de los campesinos y de la dueña de la ramada, que revolvía, rebosante de satisfacción, con una cuchara de palo, un jarra guatona de chicha de maíz, y escuché un rato a las arpistas y vihuelistas, a las cantoras y a los tamboreros, que entonaban cantos a lo humano y a lo divino.
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