El caso del falso accidente de Jordi Sierra i Fabra
La sala de espera de un hospital es un espacio amargo. Fría por su decoración, paredes vacías, sillas de plástico que parecen albergar las penas de todos los que han pasado por ellas, atmósfera cortada con el dolor, ventanas que dan a un mundo que, de pronto, parece irreal. Caliente por la angustia, la energía de los que aguardan, la tensión envuelta en largos silencios o breves desgarros de llanto, la ansiedad que quema como el miedo. Cuando está vacía y sólo estás tú, te oprime, te aplasta, te convierte en parte de esa nada que diluye el tiempo. Cuando ese espacio se comparte con otras personas, la zozobra, las miradas están cargadas de dudas y resentimientos. |