Pide un deseo de Jordi Cabré
Los niños. Los escudos humanos que usa cualquier miserable desesperado. Qué asco, pienso ahora, y lo pienso marcando las dos sílabas. Pedazo de imbécil, los niños. A los niños déjalos en paz, los niños. No tienes vergüenza , los niños. Los niños que ojalá fuera verdad que dormían, cada uno en su habitación, como dos angelitos. Metidos en sus sueños, alejados de la realidad que discutía en el salón entre fotografías de familia, que se insultaba entre escenas felices, que se tiraba los platos entre vajillas de ajuar, que sacaba los trapos sucios entre objetos de alto valor sentimental, que agrietaba la sagrada institución familiar enfrente de las grúas de la Sagrada Familia a medio construir.
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