Te amaré hasta el amanecer de Johanna Lindsey
¿Pasárselo bien?, pensó Violet. Quizá podría haberlo hecho si no estuviera preocupada por sus hermanos y su padre desde que, cuatro días antes, recibió la carta de Daniel. Y, quizá, si no estuviera a punto de echarse a llorar como hacía su tía al tener que despedirse de su familia londinense a los que había llegado a querer tanto. Pero buena parte de esos sentimientos los había guardado para sí misma. Si algo había aprendido durante su estancia con los Faulkner, era a poner buena cara en cualquier circunstancia.
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