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Johanna Lindsey
¿Estás…? —No, pero quiero estarlo. —¡Santo Dios, Maggie! —exclamó él al tiempo que la levantaba en brazos por sorpresa—. No deberías decir esas cosas antes de cenar, especialmente si quieres comer. |
Calificación promedio: 5 (sobre 139 calificaciones)
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Johanna Lindsey
¿Estás…? —No, pero quiero estarlo. —¡Santo Dios, Maggie! —exclamó él al tiempo que la levantaba en brazos por sorpresa—. No deberías decir esas cosas antes de cenar, especialmente si quieres comer. |
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Dos en la tormenta de Johanna Lindsey
—Qué forma más educada de llamarme mentirosa. Pero yo no soy una dama normal y corriente, Damon, y estoy segura de que en eso sí que me darás la razón. —Desde luego, una preciosa tempestad, inflexible y escandalosamente intrépida, más valiente de la cuenta, obstinada... —¡Muy bien! Soy una polvorilla. Pero sé que el amor consigue que la gente haga estupideces y se olvide del sentido común. No tengo intención de permitir que eso me suceda, porque el amor no importa si un hombre no es un buen amante, si no es gracioso dentro y fuera de la cama, y si acaba siendo un gazmoño que quiere hacer el amor con el camisón puesto. El lecho conyugal es una parte importante del matrimonio y me niego a conformarme solo con la mitad de lo bueno. |
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Te amaré hasta el amanecer de Johanna Lindsey
A aquellas alturas, el hecho de que aborreciera estar cerca de él no tenia nada que ver con las normas sociales, sino con quien era él. ¡Su torturador! ¡Su secuestrador! ¡El hombre que había intentado obligarla a comer carne de serpiente!
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Te amaré hasta el amanecer de Johanna Lindsey
¿Pasárselo bien?, pensó Violet. Quizá podría haberlo hecho si no estuviera preocupada por sus hermanos y su padre desde que, cuatro días antes, recibió la carta de Daniel. Y, quizá, si no estuviera a punto de echarse a llorar como hacía su tía al tener que despedirse de su familia londinense a los que había llegado a querer tanto. Pero buena parte de esos sentimientos los había guardado para sí misma. Si algo había aprendido durante su estancia con los Faulkner, era a poner buena cara en cualquier circunstancia.
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UNA PROPUESTA ESCANDALOSA de Johanna Lindsey
¿No crees que el mérito es tuyo? —¿Qué mérito? ¿Traer a Giles de regreso de entre los muertos? Podría haberlo hecho él mismo. ¿Quitarle a Denton los grilletes? Podría haberlo hecho él mismo. |
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Mi querida tentación de Johanna Lindsey
Esos recordatorios sólo hacían que su carga fuera más pesada.
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Astillas en la piel