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El almanaque de mi padre de Jiro Taniguchi
Probé a pasear por aquel pueblo tranquilo que tantos recuerdos me traía. Entre los edificios modernos, quedaban todavía hileras de casas que yo recordaba haber visto de pequeño. Sentado en un banco de las ruinas del castillo, miré la vista panorámica de la ciudad y sentí que era mágico que yo estuviera allí en aquel momento. Me venían a la mente recuerdos muy variados de cosas que yo había olvidado. Aquí es donde todo empezó para mí. Nunca hubiera imaginado que el paisaje de mi pueblo me hiciera sentir tan bien y me enterneciera tanto. Jirō Taniguchi en el Epílogo de la obra |